Bienvenidos...

... a mi blog sobre mi viaje a Nueva Zelanda. Aquí podrán enterarse de mis aventuras y desventuras en este lejano país del otro lado del mundo, vividas a lo largo de los 7 meses de travesía.

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Les aviso a los lectores que este blog está escrito de manera que las fechas de los posts no corresponden a su fecha de publicación, sino que a la fecha en que ocurren los sucesos descritos.

viernes, 24 de agosto de 2007

Mi primera pega

Mis intentos fallidos no me desanimaron lo suficiente como para dejar de buscar trabajo. Así, continué mi odiséica búsqueda de empleo en diversos sitios al estilo laborum-a-la-kiwi. Pero además, mi hermana (a la cual le debo construir un altar a estas alturas) me envió un dato de una empresa llamada Bestaff, la cual estaba reclutando gente urgente... URGENTE! Una oportunidad de oro.

Envié un texto a Julia de Bestaff, y me respondió al poco tiempo, diciéndome que necesitaba gente. Es por eso que hoy, a las 15:30 estaba yo en Eden Park (aunque me habían citado a las 16:30... no estaba dispuesto a sufrir contratiempos), listo para iniciar mi primer día laboral. El trabajo consistió en atender las necesidades culinarias de los asistentes al evento durante un partido de rugby. En particular, se trataba de un buffet, por lo que no había que tomar orden ni nada por el estilo. "Fácil", pensé yo... qué equivocado estaba.

Durante la primera mitad del evento, todo bien: revisar las mesas de buffet, reponiendo las bandejas de pollo, carne o papas, según necesario. Sin embargo, de un momento a otro, los comensales empezaron a mostrar un comportamiento poco predecible: se estaban volviendo adictos al pollo!! Unos verdaderos autómatas enajenados, devoradores de plumíferos por cantidades industriales. Rápidamente, las bandejas de pollo se vaciaron, y tuvimos que realizar verdaderos milagros para multiplicar los pollos y lograr reponer las bandejas a tiempo, antes de que los furiosos comensales ansiosos de pollo empezaran a tirarnos las papas por la cabeza.

Una vez terminada la carrera de los pollos, mis compañeros se dedicaron a recoger las mesas, mientras yo (por indicación de la jefa) me quedé mirando como los pobres trabajaban a mil por hora... suckers! Mi pega fue bastante fácil comparada con la de ellos: tuve que limpiar el desorden causado por los devorapollos en las mesas de buffet, nada tan terrible, tomando en cuenta que de pollo no quedó casi nada... lo único terrible fue que pronto me di cuenta de que los míseros restos de comida que quedaban en la bandeja iba a ser toda la comida a repartir entre nosotros, los pobres trabajadores del evento.

Luego nos llamaron a comer. Como yo me había portado muy bien, me llamaron primero, y para mi sorpresa, QUEDABA POLLO!! Entre el hambre y la curiosidad, engullí rápidamente el animal... una delicia rellena con una salsa de queso. En ese momento, entendí el absorto comportamiento de los comensales. Luego de rellenar el estómago con lechuga, acelga y otros pastos, tuvimos que seguir trabajando. Nadie nos advirtió lo que venía...

Al llegar al primer piso, donde estaban las bandejas de postres que debíamos llevar al quinto piso por ascensor, nos avisan que el maldito dispositivo anti-gravedad se acaba de echar a perder. Con la moral por los suelos, nuestra jefa de staff agarra la primera bandeja y parte corriendo escaleras arriba! ¡Qué despliegue de valor! ¡Qué compromiso! ¡Qué mierda de trabajo en el que me metí! Tener que correr 5 pisos con bandejas de metal que pesaban más que su mísero y dulce contenido, ida y vuelta, incontables veces... explotación de las masas trabajadoras, digo yo! Mentira, después de subir y bajar en busca de bandejas, con suerte me quedaba oxigeno para mis neuronas, ¿cómo lo iba a andar gastando en hablar?

Una vez terminada nuestra bandejatlón, nos dieron un muy pero muy merecido descanso, del cual hice uso y abuso. Me dediqué a tomar galones y galones de agua, y a ver el juego de rugby que estaba por finalizar. Finalmente, recogimos botellas y platos de postre y quesos, y picoteamos uno que otro plato intacto.

El final del evento significó dejar todo ordenado... una reverenda lata. Así que rápidamente junto a mi equipo nos dedicamos a recoger las sillas sobrantes, armar las mesas, botar la basura, etc., todo antes de las 00:30, hora en la cual pasaba el último tren. Afortunadamente, pudimos escaparnos a tiempo para tomar el tren, y nos fuimos descansando, hablando de cosas misceláneas y (al menos yo) disfrutando de rock progresivo británico de muy buena calidad... sólo espero que paguen bien...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno, en momentos en que la billetera va adelgazando, toda pega es bienvenida y digna...

Lokeli dijo...

me enorgullece que no hayas soltado la toalla en ningun momento..
felicitaciones